Y por fin vamos con la última entrada de esta
serie. Como tenía a los chicos muy olvidados, concluyo con una minisección de
camisas de caballero.
Aunque pueda parecer mentira, las camisas
para chico son más complicadas de hacer que las de chica, van mil veces mejor
rematadas y tienen el doble de trabajo. Antes de apuntarme a clases no me había
fijado en estas cosas, pero la conclusión está clara: aunque las mujeres
tengamos más variedad en cuanto a patronaje y texturas, las prendas de hombre
tienen cien veces mejor acabado y está mejor hechas.
Así que, si alguna vez acudís a una camisería
a que os hagan una a medida y os cobran un potosí, es por esa razón. En serio,
se trata de trabajo fino, fino.
Y con eso os he mostrado casi todo el trabajo que he realizado en los últimos 365 días (desde que me fui del curro, vamos). Un par de cosillas eran trabajos previos, y me he dejado en el tintero otras tantas (algunas de la semana pasada, siempre avanzando, jamás quedarse parado) que ya mostraré más adelante, cuando tenga otra montaña de cosas que enseñar. Espero que os haya gustado, y nos vemos en posteriores entradas.
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